OCTAVIA, un caso especial


OCTAVIA llegó a la perrera muerta de miedo, con los ojos desencajados y temblando. El lacero municipal la había capturado cuando deambulaba vagabunda por un polígono. En los huesos.

El día que la fuímos a desparasitar y a vacunar, necesitamos ponerle bozal y la ayuda de dos personas. El pánico la obligaba a morder.

Antes de castrarla, como a todos los perros de la perrera, decicimos darle un tiempo, que nos fuera conociendo, que se diera cuenta de que no pretendíamos hacerle ningún daño.

El tiempo pasaba y no veíamos ninguna evolución en ella, el acercamiento no se producía. Incluso le daban miedo algunos de los perros que conviven con ella. También se asusta de los ruidos. ¿Qué le habrá pasado a esta pobre perra para llegar a este estado?

Entró en celo y ya no podíamos esperar más para castrarla, ya que algunos de los machos nuevos aún no estaban castrados. Le pusimos el bozal para que no repartiera mordiscos nada más llegar al veterinario y, en la misma puerta de la perrera, cuando la estábamos cogiendo en brazos para subirla al maletero del coche, con toda su fuerza rompió la correa que la unía a nosotras y escapó. Ni que decir tiene que salimos detrás de ella, a pie y en coche. No hubo nada que hacer. Ni ese día ni durante toda la semana siguiente.

OCTAVIA se había escapado con el bozal puesto, en los días de más calor del verano. ¿Cómo podría sobrevivir así ese pobre animal?

Un montón de voluntarios se unieron a su búsqueda. En varias ocasiones se la vió, pero no dejaba acercarse. Al quinto día la volvimos a ver, esta vez sin bozal. Menos mal que había conseguido quitárselo. Entonces volvimos a verla cada vez con más frecuencia, cada vez más cerca de la perrera. Estaba intentando volver.

Pusimos comida y agua en la puerta y dejamos que pasaran unos días para que se confiara y se quedara definitivamente por la zona.

Entonces, el lacero municipal, ideó una trampa. Valló el terreno donde ella solía acudir, dejando una abertura. La idea funcionó. OCTAVIA entró dentro y rápidamente cerramos la valla.


De nuevo en la perrera, pero sana y salva.

Ahora está muy bonita, tiene el pelo precioso y está más gordita. Conseguimos castrarla. Y, gracias a que su historia se difundió por nuestro FACEBOOK, hay una persona interesada en ayudarla acogiéndola en su casa. Se da la casualidad de que esta persona es entrenadora canina y puede ayudar a recuperar psicológicamente a la perra.

Mientras tanto, aquí en la perrera también se le está ayudando en este sentido, para que cuando tenga que viajar y enfrentarse a una nueva vida, en su futura casa, lo haga de la manera más relajada posible. El encargado de hacer este trabajo es Andrés Montero, un educador canino que se ha ofrecido de manera altruísta a ayudarnos. Las sesiones comenzaron el sábado pasado y ya hemos visto resultados positivos. Increíblemente, OCTAVIA se relajó tanto con Andrés que incluso se durmió en sus brazos.


Esperamos que en unas pocas sesiones más la perra se abra a nosotros y se muestre menos miedosa y más relajada. Entonces será el momento de enviarla rumbo a su nueva vida.

Gracias a tod@s a aquell@s que habéis ayudado en la búsqueda y recuperación.

Para quien esté interesado en consultar con Andrés temas de entrenamiento o recuperación de conductas, aquí teneis su contacto:

monterext@gmail.com
Móvil 628 78 55 55

Para preguntar por OCTAVIA dirigiros a nosotras.

RECAL

Comentarios

Juanma ha dicho que…
Bien por Octavia!!! Gracias RECAL, voluntarios y Andres!!
Montero ha dicho que…
No hay de qué. Es un placer ayudar.