SOS PARA MILO


Sin embargo, la vida en la perrera es muy dura y le ha tocado vivir lo peor: sufrir la agresión brutal por parte de algunos de sus compañeros.
En principio, pensamos que había sido un susto grande y que se encontraba tan solo dolorido, con algunas dentelladas a la vista.
A los dos días, la gravedad de las heridas se hicieron visibles. Le habían desgarrado los músculos del cuello por dentro. Al necropsarse las heridas, éstas desgarraron la piel y le dejaron el cuello prácticamente descolgado.
Os podéis imaginar el susto que nos llevamos.
Salimos corriendo al veterinario y lo dormimos para que pudiera graparle el cuello.
En ningún momento MILO se ha quejado en las curas posteriores, ni ha hecho por mordernos aunque le dolía y le hacíamos daño. Se ha portado como un campeón y nunca ha dejado de saludarnos moviéndonos el rabo.
MILO, ojalá que ahora que conocen tu historia alguien te pueda ayudar y te saque de la perrera para que nunca más te vuelvan a pegar.
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